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jueves, 29 de enero de 2015

Por la fe Moisés, cuando nació, fue Escondido por sus padres por tres meses, porque, le dijeron niño  hermoso, y no temieron del decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande rehusó llamarse hijo de la hija de faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas  el vituperio  de cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Hebreos 11:23-26.

Que emocionante e inspiradora fue la fe de Moisés!

Menosprecio  ser llamado hijo de la hija del faraón, menosprecio la posición social, política y economía que representaba ser nieto del gobernante más poderoso de la tierra.

Todo eso y más,  ¿saben porque? Porque tenía la mirada puesta en el galardón. “Mirada” significa hacer abstracción de todo lo demás, por grande y atractivo que sea, con tal de mantenerse firme en el objetivo. Galardón es el premio eterno  a la fidelidad y la perseverancia.

La fe de Moisés venció la grandeza y la gloria temporal de Egipto. Que nuestra fe nos lleve a vencer al mundo con sus placeres, ofertas  y vanidades ilusorias, aunque eso implique  ser menospreciados y  mal juzgados por esa  generación permisiva.

Nuestra fe mira y se deleita en el galardón y no hay nada en este mundo mayor que eso. La carne y sus deseos solo se alimentan de las triviales pasiones de este mundo.
Establezcamos la diferencia.

Y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe

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